Este grito de alma aguda,
alguien hay pidiendo ayuda,
suplicando a él se acuda...
¿Quién es, su voz, que reconozco?
¡Es mi misma voz, yo la conozco!
¡Soy yo mismo entre gritos espantosos!
¡Es mi alma desgarrada!,
¡es un lloro portentoso!
¡¡Es suplicar en mi agonía
al Señor Dios poderoso!!
¡Es mi cuerpo destrozado,
es mi piel hecha jirones,
es ver a Cristo reflejado
malherido en los rincones!
¡Y yo soy un desdichado,
pude ir contigo maniatado,
nada he aprovechado!
Por eso ahora estoy gritando
pues de ti me vi tan apartado
y famélico ando vagando.
Arrodillado ante tu cruz estoy varado:
de tus heridas comparto muerte
para resucitar por fin de ti curado.